La literatura realista norteamericana, desde comienzos de siglo XX, ha explorado los terrenos aparentemente serenos de la clase media acomodada próximos a ese ideal de sueño americano tan anejo a la prosperidad y la autosatisfacción. Un modelo cuyas grietas permiten la fuga de tantos personajes novelescos que dudan de aquello que viven o, simplemente, acaban saltando por los aires. Un ejemplo claro, que tuvo un gran éxito en su momento, fue El hombre del traje gris (1955) de Sloan Wilson, cuyo título ya evoca esa masa uniforme de clase media que difiere poco de la que hoy en día puebla las ciudades de eso que llamamos primer mundo. Gente obediente que hace todo lo que se le ha dicho —debes estudiar y conseguir un empleo, casarte y tener hijos— y que de repente, duda. Divorcios, huidas, autocomplacencia y errores varios que conforman una nube gris de desestructuración emocional que se cierne sobre vidas privilegiadas. Entonces acuden a la mente Frank Bascombe, de Richard Ford, Sueco Levov, de Philip Roth o Babbit, de Lewis Sinclair. Personajes ya míticos entre los que también se encuentra, por derecho propio, Harry Angstrom, más conocido como Conejo.
viernes, 15 de diciembre de 2017
Conejo es rico, John Updike
La literatura realista norteamericana, desde comienzos de siglo XX, ha explorado los terrenos aparentemente serenos de la clase media acomodada próximos a ese ideal de sueño americano tan anejo a la prosperidad y la autosatisfacción. Un modelo cuyas grietas permiten la fuga de tantos personajes novelescos que dudan de aquello que viven o, simplemente, acaban saltando por los aires. Un ejemplo claro, que tuvo un gran éxito en su momento, fue El hombre del traje gris (1955) de Sloan Wilson, cuyo título ya evoca esa masa uniforme de clase media que difiere poco de la que hoy en día puebla las ciudades de eso que llamamos primer mundo. Gente obediente que hace todo lo que se le ha dicho —debes estudiar y conseguir un empleo, casarte y tener hijos— y que de repente, duda. Divorcios, huidas, autocomplacencia y errores varios que conforman una nube gris de desestructuración emocional que se cierne sobre vidas privilegiadas. Entonces acuden a la mente Frank Bascombe, de Richard Ford, Sueco Levov, de Philip Roth o Babbit, de Lewis Sinclair. Personajes ya míticos entre los que también se encuentra, por derecho propio, Harry Angstrom, más conocido como Conejo.
martes, 5 de diciembre de 2017
A salto de mata, Paul Auster
Si hasta ahora no ha habido ninguna reseña de Paul
Auster en este blog se debe a que leí prácticamente todas sus novelas antes de
empezar a comentar libros en la red. También a que sus últimas novelas me
decepcionaron porque parecían surgidas de la sola necesidad de publicar y parecían
prescindibles. El caso es que El país de las últimas cosas o El libro de las ilusiones, o por su
puesto, su Trilogía de Nueva York, son
obras muy recomendables que hace tiempo entusiasmaron a un lector más joven que
el que ahora escribe estas líneas. Está claro que mi relación con Auster se
enfrió, pero la relectura de A salto de
mata ha reavivado la atracción por este autor cuyo magnetismo resulta
innegable. De paso me ha permitido restar importancia a lo que yo consideré
despropósitos literarios como aquel Viajes
por el Scriptorium.
miércoles, 8 de noviembre de 2017
Ferdydurke, Witold Gombrowicz
Aunque muchos consideran Ferdydurke (1937) una obra maestra, parece
responsable advertir al potencial lector que una obra tan inclasificable como
poco convencional supone una lectura exigente. Gombrowicz fundamentó la
historia en el absurdo y esto no es baladí para el que se enfrenta a una novela
que requiere dejar los prejuicios a un lado y disfrutar del retorcimiento de la
realidad como eje de una reflexión sobre la madurez, la forma y el arte. Una
composición muy personal que resulta hilarante, pero dirigida a un público
reducido.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
Un invierno en Sokcho, Élisa Shua Dusapin
Un invierno en Sokcho representa un
ejercicio de arquitectura literaria, de uso de escuadra y cartabón para elaborar
un artefacto literario con un resultado aceptable, pero con una estructura mucho más encorsetada de lo
que puede parecer. Se parte de una escritura austera, de líneas cortas carentes
de adjetivación y centrada en las acciones. Una escritura propia del relato
breve que en esta novela se pone al servicio de una narradora en primera persona,
pretendidamente lejano y poco dado a la digresión. Con estos materiales se desarrollan
capítulos cortos sin saltos temporales, de no más de cuatro páginas sobre escenas anodinas de
supermercado, conversaciones breves de la protagonista y cuadros amplios de una
ciudad estival vacía sometida a un invierno inclemente. Un clima frío que contribuye a unas relaciones distantes,
pero con restos emocionales. La configuración parece muy cinematográfica y se puede etiquetar libremente como novela. Finalmente Un invierno en
Sokcho resulta algo sugerente, con cierto aire de postmodernidad
pero también escasamente innovadora y prescindible, lo que hace difícil comprender las muy favorables críticas que ha cosechado
la obra. Me pregunto si aquellos que escriben, premian y toman el nombre de
otros escritores en vano hacen realmente un favor construyendo un relato
paralelo para encumbrar, en este caso, a una obra meritoria para una escritora
de solo veinticuatro años, pero que no pasa de ser una novela correcta.
lunes, 23 de octubre de 2017
La ofensa, Ricardo Menéndez Salmón
Desde
hacía tiempo quería leer algo del escritor asturiano Ricardo Menéndez Salmón.
La imagen de tipo sosegado y su visión literaria se
antojaban atractivas. Finalmente decidí embarcarme en la lectura de La ofensa, aclamada por la crítica y
bastante premiada, con la esperanza de hallar una obra cuando menos diferente. Me
llamó la atención su brevedad lo que me impulsó a leerla en una tarde, de un
tirón y sin interrupciones, con la idea de empaparme del texto. Tras la lectura
puedo decir que resulta muy ambiciosa aunque algo fría y todavía dudo de si la
parte más artística y arriesgada no peca de cierta vaguedad.
martes, 10 de octubre de 2017
Lolita, Vladimir Nabokov
Poco puedo escribir sobre Lolita que no se haya dicho ya, pero
como siempre intento comentar el libro de turno no desistiré de aportar algo,
aunque manido, de la obra de Nabokov. De inició diré que Lolita debe ser de lectura obligada para aquellos que deseen visitar todos los rincones literarios porque su autor es un tren obligado y esta
obra, sin lugar a dudas, su parada más reconocida. Aconsejo también leer algo de
la vida de este ruso emigrado joven a Estados Unidos que se educó en tres
lenguas —francés, ruso e inglés— y que con empeño y trabajo transformó lo que
en era un relato en una novela de tema controvertido y forma arriesgada.
lunes, 25 de septiembre de 2017
El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl
Antes
de entrar en la horrenda dinámica del exterminio nazi del que se salvó probablemente porque cayo del lado favorable de una exigua, estadística, Viktor Frankl era un reputado psiquiatra vienés que desarrollaba su propia psicoterapia. Su reclusión en diversos campos, incluido
el infame Auschwitz, interrumpió abruptamente su vida y por supuesto su
carrera, pero la supervivencia le permitió legarnos esta obra que mediante el
ensayo ahonda en la vertiente psicológica de semejante experiencia. La dimensión
de El hombre en busca de sentido ha
traspasado todo lo que pudo imaginar el autor cuando la concluyó en 1945 y sigue siendo un volumen de referencia del Holocausto.
martes, 22 de agosto de 2017
La neblina del ayer, Leonardo Padura
El periodo
estival, con sus olas de calor sin descanso y el inevitable embotamiento mental,
invita a cierto relajo en las lecturas que las orienta hacia vertientes más
livianas. Como mi intención del momento consistía en leer una historia
ambientada en La Habana indagué un poco y encontré apetecible una serie de obras
de Leonardo Padura próximas a la novela negra con un protagonista que acumulaba
muchos rasgos del personaje arquetipo del género.
Escogí La neblina del ayer porque parecía garantizar una Habana en primer plano y tras la lectura puedo decir que la elección fue correcta. El lector queda
impregnado del controvertido y único ambiente de la ciudad caribeña en una historia entretenida, con una trama que aprueba y con un trasfondo
literario e histórico que resulta atractivo.
lunes, 10 de julio de 2017
El mal de Montano, Enrique Vila Matas
Una mañana de
sábado desperté algo aturdido porque no era capaz de articular palabra. Solo
emitía sonidos onomatopéyicos que la persona que compartía conmigo ese temprano
momento identificaba con afirmaciones, negaciones o exclamaciones. Inmediatamente
asocié esta anomalía con un ataque de ficción causado probablemente por una
transfiguración literaria de mi personalidad. Como soy una persona de entidad
débil que niega constantemente el mundo supongo que deseaba transformarme en un
personaje literario. Quizá mi esperanza era la de convertirme en un ser
distinto para reinventarme en un individuo que afrontara la vida real, aquella
que se antoja tan complicada, de un modo novedoso. Quizá deseaba romper el
aburrimiento o directamente mis nervios se habían desmenuzado. El ataque apenas
duró un par de horas y, salvo esa persona que soportaba mi despertar, nadie se
percató de la imposibilidad de pronunciar palabras en aquella soleada y tibia
mañana de sábado. Lo más llamativo fue que a la gente que coincidió conmigo en ese
ataque de ficción no le supuso ningún problema que solo pudiera decir cosas como
mmm a sus afirmaciones o preguntas. Si cuento esto es porque la literatura
tiene ramificaciones que llegan más allá de lo imaginable. Si se parte de esa
contradicción que dice que la literatura representa la propia vida pero que es ajena
a ella, todo puede ocurrir. Tanto en el relato como fuera de él. Creo que al
protagonista de El mal de Montano le
sucede algo similar con las ramificaciones de la literatura. Padece
inicialmente esa enfermedad por la cual todo lo relaciona con la literario y
posteriormente se erige como un acérrimo defensor de la literatura frente a
todos aquellos que quieren destruirla, entre los que probablemente me encuentre
yo con estas reseñas que realmente solo buscan hacer de recordatorio de mis
lecturas y que no sé si alguna vez habrán conseguido su propósito.
domingo, 28 de mayo de 2017
Doctor Pasavento, Enrique Vila Matas
Pasavento decide desaparecer tras un incidente
casual en la estación de Santa Justa de Sevilla. Debía acudir a una conferencia
en el Monasterio de la Cartuja, pero escapa para dirigirse repentinamente a Nápoles.
La desaparición no será solamente física sino que paulatinamente se producirá
la transmutación del escritor original hacia una nueva personalidad con un
pasado y unas motivaciones distintas. De la necesidad por esfumarse surgirá
la figura del doctor Pasavento. Pero si en muchas ocasiones esa
personalidad que asoma acaba superponiéndose a la original —ahora recuerdo al
Faneca de Marsé comentado en este blog o al eterno personaje de míster Hyde—en este
caso es la antigua la que siempre aparece en el momento más inoportuno. Porque en
esta desaparición, que se puede denominar literaria, el escritor no termina de
evaporarse, como si el doctor Pasavento consistiera en una nueva y sofisticada
creación literaria, aquella que directamente se escribe en la propia realidad.
sábado, 20 de mayo de 2017
Vertigo, W.G. Sebald
Vértigo (1990) resulta una obra difícil de
clasificar y escasamente convencional, que nunca podrá abarcar un gran público,
pero que definitivamente suscitará la curiosidad de los que quieren conocer
autores como el propio Sebald. Una obra heterogénea y completa que va del
ensayo al libro de viajes, de la descripción más detallada, casi decimonónica,
a la digresión, del salto temporal al difuminado de la realidad. El narrador
puede ser el propio Stendhal, cuya voz permite un valioso relato sobre la memoria
en medio de la trifulca napoleónica, o un escritor que viaja por ciudades como Viena,
Verona, Venecia o Milán en un presente contemporáneo. Un narrador que recuerda
al propio Sebald y que ofrece un itinerario que combina la reflexión sobre
literatura y el arte con el regreso a los momentos de infancia que iluminaron
lugares tan contradictorios como el deseo o la muerte. Un cuaderno de
anotaciones de un personaje peculiar y poco tratable como es ese escritor que
se empeña en encerrarse en habitaciones y transitar algunos incómodos recodos del recuerdo.
sábado, 6 de mayo de 2017
Cuando llega la luz, Clara Sánchez
Cuando llega la luz es una novela de
trama sin más intención que captar la atención del lector mediante una intriga a
la que se añade la tensión por el curso de los acontecimientos. Sin embargo, el
suspense no compensa un relato plano y una trama resuelta de un modo tan
inopinado que sorprende viniendo una escritora experimentada. Aunque esta obra
es la continuación de Lo que esconde tu
nombre, novela premiada con el Nadal en 2010, puede leerse de modo
independiente sin necesidad de acudir al volumen anterior.
lunes, 17 de abril de 2017
El amante bilingüe, Juan Marsé
La historia que narra El amante bilingüe puede resultar algo forzada, pero hay que
reconocer que partiendo de un argumento ocurrente el autor consigue un relato
que funciona. El protagonista, Juan Marés, encuentra a su mujer con otro en la
cama y para más inri, tras el hiriente descubrimiento, lo abandona sin dar opción
a nada. Este hecho marca irremediablemente a un Marés que no puede recuperarse
y que con los años se convierte en un músico callejero que mendiga unas
monedas. Además tiene el rostro desfigurado por culpa de un cóctel Molotov que en
una manifestación fue a parar demasiado cerca. Un hombre perdido e
irreconocible, todavía enamorado, que amparado en la invisibilidad del
vagabundo observa en la distancia a la que fue su mujer años atrás. Esta es una
burguesa catalana que en el presente trabaja en una oficina de integración de
la lengua catalana y cuyo recuerdo de su marido es bufonesco y lejano. Pero Marés
conoce la atracción que ella siente por un tipo concreto de hombre: charnegos
embrutecidos como el que encontró en la cama con ella. De manera inconsciente
surge un plan para recuperarla que consiste en convertirse en Juan Faneca, un
murciano que aglutina todos aquellos rasgos que está convencido atraerán a su
mujer. Poco a poco su personalidad se desdobla y Juan Faneca avanza con su
parche en el ojo, su lentilla verde y su peluquín. Un personaje disfrazado casi
circense que, sin embargo, puede permitirle lograr lo que anhela.
sábado, 25 de marzo de 2017
Viaje al fin de la noche, Céline
Céline es un
escritor controvertido porque durante la Segunda Guerra Mundial se destapó como
un férreo antisemita y su postura frente a la ocupación alemana fue, por
decirlo de una manera aterciopelada, bastante laxa. Figura polémica incluso en
el presente, cuando los homenajes programados para el año 2011 fueron
cancelados por la oposición de aquellos que solo recuerdan al autor por ese deleznable pasado. Sin embargo, a pesar de sus decisiones equivocadas
—acabo encarcelado por colaboracionista—, se le considera uno de los grandes
autores franceses del siglo XX y Viaje al fin de la noche un hito en las letras francesas porque
supuso una ruptura con respecto a todo lo que se venía escribiendo. Por
tanto, obviar la figura de este escritor es imposible y borrarla de la faz de
la tierra porque se comportara como un estúpido sería algo absurdo y peligroso.
Tan peligroso como sería borrar los poemas de Ezra Pound porque en un momento
de su vida le dio por adorar a Mussolini.
domingo, 12 de marzo de 2017
Sostiene Pereira, Antonio Tabucchi
Sostiene Pereira es una gran novela
que por su brevedad parece que se desliza entre los dedos y por su calidad se
hace tan exigua como todo aquello que queremos retener durante mucho tiempo.
Una obra sencilla en la que no parece sobrar una palabra. Tabucchi la escribió
en dos meses febriles que desde luego resultaron tan productivos como
envidiables para cualquiera que quiera ejercer el oficio de escritor. Nos legó un
personaje tan mítico como Pereira, a pesar de que solo hayan pasado veinte años
desde que publicara la obra, y también un marco incomparable: Portugal y, ante
todo, la ciudad de Lisboa.
martes, 28 de febrero de 2017
La subasta del lote 49, Thomas Pynchon
Las batallas de Pynchon son aquellas que se libran
entre los admiradores del enigmático autor, considerado uno de los grandes de
la literatura norteamericana del siglo XX, y los que creen que es puro
artificio ininteligible. Un duro conflicto que parece encuadrarse en la eterna
lucha entre realistas y vanguardistas, que muchas veces tiende, como acabo de
hacer, a poner etiquetas inútiles. Pero como es humanamente imposible obviar el
etiquetado, no queda otra que hacer lo propio con Pynchon y confirmar que es
vanguardista. Su narración, por decirlo de alguna manera, choca con algunos
lectores acostumbrados a estructuras de novela más comunes.
Otros lo integran dentro de ese grupo de escritores que han aportado algo
tangible a la literatura moderna. De cualquier manera, leer algo de él supone un
interrogante. Sin embargo, La subasta del lote 49 no parece ser la mejor
obra para salir de dudas, puesto que es la novela más convencional del autor
—según la propia crítica— y también la más breve. De todos modos, es una obra bastante peculiar.
jueves, 9 de febrero de 2017
Jakob von Gunten, Robert Walser
Aunque en la actualidad parezca algo irreal, en el
pasado existieron las escuelas para sirvientes. Allí se formaba a los
individuos para que fueran mayordomos impecables. Robert Walser estudió en una
de ellas durante varios años y probablemente esa experiencia contribuyó para
que nos legara un personaje y un lugar que, por derecho propio, forman parte de
la historia de la literatura. El personaje da título al libro, el inefable
Jakob von Gunten y el lugar es el instituto Benjamenta. Uno y otro no se
entienden por separado, unidos por la ironía y el más puro absurdo. De todos
modos, antes de leer Jakob
von Gunten, recomiendo echar un vistazo a la biografía del autor. Aquí
solo apunto un par de detalles. Nacido en 1878, pasó recluido en un sanatorio
mental desde 1929 hasta su muerte en 1956 y los últimos veintidós años de su
vida, no escribió una palabra. Además es conocido por su influencia en Franz Kafka.
lunes, 23 de enero de 2017
El hombre en el castillo, Philip K. Dick
Philip K. Dick (1928-1982) escribió la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? que inspiró la fantástica película Blade Runner. Parte de su fama proviene de esta circunstancia, pero la verdad es que se considera un reputado escritor de ciencia ficción que en El hombre en el castillo ofrece, según los que saben del género, una de sus mejores obras.
lunes, 2 de enero de 2017
Bartleby y compañía, Enrique Vila-Matas
Bartleby es uno de los personajes más importantes del mundo de la
literatura. Cualquiera que empiece esta reseña y que no conozca el relato de
Melville Bartleby, el escribiente debe
abordar inmediatamente su lectura y concentrar sus esfuerzos en conocer a ese insólito
personaje, dueño de una de las frases más míticas jamás expresadas en una
ficción: “Preferiría no hacerlo”. Vila-Matas, escritor original, personaje inclasificable,
extrae a Bartleby del cajón literario para realizar una reflexión sobre las
implicaciones de la negación literaria.
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