sábado, 16 de mayo de 2020

Pureza, Jonathan Franzen




Pureza entra dentro de un tipo de libros que denomino big seller, aunque esta acepción inventada denote una falta de imaginación preocupante por mi parte. Son obras impecables desde el punto de vista técnico, en estructura y forma, escritas por autores de reconocida trayectoria y mucha experiencia que por su nombre atraen a un público exigente aunque minoritario. Obras bien escritas, que globalmente venden un buen pellizco de libros, pero que se olvidan pronto. Por poner algún ejemplo de big seller, se me ocurren muchos de los libros de la última etapa de Paul Auster o algunos de Murakami como After Dark. Autores con buenas obras, reflejo de momentos de claridad, que por la necesidad de seguir publicando han continuado con títulos muy menores que apuntan a cierto estancamiento. Pureza tiene la ambición de sus 697 páginas y del nombre de Franzen, pero parece más fruto de un afán editorial en el que sobra profesionalidad literaria al servicio de una historia a la que le falta frescura.