La escritora
belga Amélie Nothomb nació en Japón y pasó la primera parte de su infancia en
ese país. Como una especie de intento por rememorar ese periodo y aprovechando
su dominio del japonés, decidió emprender su carrera profesional tras los
estudios superiores en una empresa en Tokio. La experiencia no se desarrolló
como pensaba ya que a pesar de empezar con mucha energía pronto colisionó con
un sistema laboral rocoso y ajeno. Seguro que nunca pensó el primer día que pisó
la oficina que acabaría realizando tareas residuales —nunca mejor
dicho por lo que se cuenta en el libro— y absurdas, por lo que al cabo de un año abandonó el puesto. Sin
embargo, esta experiencia tan decepcionante debió activar algún resorte en la
escritora porque desde entonces, allá por el año 1992, comenzó a escribir novelas
y no ha dejado de publicar.