martes, 22 de agosto de 2017

La neblina del ayer, Leonardo Padura




El periodo estival, con sus olas de calor sin descanso y el inevitable embotamiento mental, invita a cierto relajo en las lecturas que las orienta hacia vertientes más livianas. Como mi intención del momento consistía en leer una historia ambientada en La Habana indagué un poco y encontré apetecible una serie de obras de Leonardo Padura próximas a la novela negra con un protagonista que acumulaba muchos rasgos del personaje arquetipo del género.  Escogí La neblina del ayer porque parecía garantizar una Habana en primer plano y tras la lectura puedo decir que la elección fue correcta. El lector queda impregnado del controvertido y único ambiente de la ciudad caribeña en una historia entretenida, con una trama que aprueba y con un trasfondo literario e histórico que resulta atractivo.

Un hombre que se dedica en La Habana de comienzos de milenio a la compra y venta de libros descubre de manera casual una biblioteca de calidad inigualable en casa de un par de ancianos, con ejemplares que nunca creía que vería. Con suma delicadeza consigue un acuerdo justo con los dueños de semejante tesoro que acceden a su venta acuciados por su propia necesidad.  Este hombre, el antiguo policía Mario Conde —algún español enarcará la ceja con el nombre del protagonista al recordar a cierto banquero de moral difusa— contacta con su socio en el negocio y comienzan de manera pausada la compra y venta de volúmenes. Sin embargo, de entre las páginas de un libro de cocina se desliza un antiguo recorte de periódico que anuncia la retirada del mundo de la canción de la bella bolerista Violeta del Río. El mensaje procede de esa Cuba de finales de los cincuenta en que se mezclaban el esplendor de una ciudad desbordante con las consecuencias de un gobierno corrupto al servicio de mafiosos. El espíritu del antiguo policía parece emerger en el protagonista que por puro presentimiento intentará descubrir quién es esa mujer.  Como es de suponer la búsqueda implicará consecuencias imprevisibles.

La neblina del ayer, más allá de los rasgos de novela negra que presenta, ofrece un cuadro muy interesante de la ciudad de La Habana y de la sociedad cubana, tanto la situada a comienzos de este milenio mientras salía de la eterna crisis tras la caída de la Unión Soviética como la de aquella urbe de juego y vicio de la época de Batista que todavía puede apreciarse añeja y ruinosa hoy en día. Este contexto habanero de ron, calamidad y supervivencia, junto con un protagonista tan áspero como incisivo, resultan lo más interesante de la novela. Mario Conde responde a ese investigador con querencia por las palabras gruesas, algunas sentencias sin posible réplica, el buen comer y el buen beber, pero que mantiene fuertes convicciones morales en lo referente a la amistad y otros valores denostados por los que buscan solamente el vil metal. Precisamente su socio Yoyi representa a ese tipo de negociante con pocos escrúpulos pero que se rinde a la figura de Conde. A veces la novela atraviesa el terreno del realismo sucio tanto por los lugares que transita como por el lenguaje que emplean los personajes. Otras veces, más hacia el final, se centra solo en el misterio. Finalmente resulta una obra entretenida, bien escrita, con un vocabulario rico, unos diálogos que más allá de desentrañar quién era la bolerista Violeta del Río ofrecen siempre reflexiones sobra la vida y la controvertida realidad cubana. Los libros están muy presentes durante toda la obra porque motivan la búsqueda y surgen como metáfora de la vida cubana. Hay una anécdota sobre un bibliotecario que abastecía a Conde de libros que resulta un ejemplo de la situación de desamparo del país. Los mejores ejemplares, incluso algunos de la Biblioteca Nacional, vendidos a extranjeros, expoliados para siempre por pura superviviencia. 

La novela se sostiene aunque la resolución al misterio se desvela bastante antes de que el autor lo muestre lo que propicia que en la parte final el ritmo resulte más lento. Un libro que recomendaría a los que viajen a La Habana o a los amantes de la novela negra con una ambientación urbana, aunque en este caso con matiz caribeño.

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