Matemos al tío es una obra escrita en 1963 por la canadiense Rohan
O´Grady, una escritora no muy prolija que ha sido rescatada recientemente por la
editorial Impedimenta para deleitarnos con otra de sus cuidadas ediciones. El libro puede encuadrarse, sin desviarse
mucho, en el género de la literatura juvenil tanto por el tema que trata, el
escenario en el que se mueve, la dinámica de la historia y las características
de los personajes. Una obra sencilla, bien construida, de tono constante y a la
que no se le pueden echar en cara muchas cosas salvo que sea ciertamente
prescindible. Una historia entretenida que destila humor y hasta un punto de siniestra
intriga.
Dos niños, Barnaby y Christie,
acuden por separado a una pequeña isla a pasar el verano. El lugar
está huérfano de niños y su llegada supone un cambio drástico en las costumbres
de los escasos y ancianos habitantes. Barnaby aguarda la llegada de su tío con
una pareja entrada en años mientras Christie se aloja por deseo de su madre con una mujer
de mediana edad que hace las veces de cabrera, panadera y otros oficios varios.
El sargento Coulter, un policía montado, será el encargado de controlar a la
pareja de niños, contener sus tropelías e intermediar para que sus fechorías no
lleguen a mayores. Entre tanto, la relación entre ambos se fortalece y con la
llegada del tétrico tío de Barnaby deberán tomar una decisión de la que
dependerán sus vidas.
La historia recuerda un poco a Los Goonies o a ese tipo de aventuras de
niños en las que se presentan personajes pintorescos y los peligros acechan tras cada esquina. Los
adultos se reparten los papeles necesarios en este tipo de aventura. El tío
es el elemento inquietante, el sargento Coulter la figura que aporta equilibrio
—casi paterna—, el puma con el que entablan relación —sí, no bromeo, un felino—el
toque irreal de cuento y así sucesivamente con el resto. La isla representa el
escenario idóneo, con sus playas, bosques escondidos y multitud de caminos y recovecos.
Se pasa en un instante del sopor de un día caluroso a la bravura de las olas, y
la propia inconsciencia de los niños es un valor para mantener la viveza de la narración.
En definitiva, Matemos al tío es una novela escrita con sobriedad y humor que
recrea de manera precisa y muy visual el ambiente de una pequeña isla en pleno
verano, con dos niños tan inaguantables como entrañables y unos personajes
adultos que, aunque a veces parecen mera comparsa, aportan mucho colorido a la
escena. Un buen libro, entretenido, pero para mi gusto muy cercano a la
literatura juvenil.
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