martes, 3 de marzo de 2015

Pisando los talones, Henning Mankell




De vez en cuando es inevitable, por cualquier motivo y sin poder presentar una excusa plausible, caer en las tupidas redes de la novela negra. Sin darte cuenta acabas frente a un grueso volumen siguiendo las indagaciones de un policía de métodos poco ortodoxos que se esfuerza por descifrar un truculento crimen. No hay duda de que el asesinato siempre se ha antojado una mina de oro y la novela negra se sirve de este filón para, con los matices propios del género, atrapar al lector. La intriga y la expectativa por resolver el rompecabezas son como la miel para las moscas. Si el protagonista tiene chicha, la trama no es muy descabellada y los cabos que quedan sueltos acaban atándose sin forzar demasiado, el libro suele funcionar.

Pisando los talones cayó en mis manos como regalo navideño que ahora agradezco porque no creo que por iniciativa propia hubiera comprado la novela. Quizá porque la moda de la literatura escandinava me ahuyenta por puro prejuicio. Sin embargo, la novela no me ha decepcionado.  No contaré mucho de la historia porque se conoce de antemano. Wallander es un policía con muchas horas de trabajo a sus espaldas, una vida solitaria y una salud que comienza a resentirse. Un tipo duro, difícil y escéptico. Una serie de crímenes enfermizos lo llevaran hasta el límite para encontrar al asesino. Mankell plantea bien la trama desde un principio. El ritmo no decae y la prosa, clara y directa, no se desvía de la historia lo que proporciona al lector lo necesario: más pistas, crímenes, atmósferas inquietantes y un Wallander que se exprime física y mentalmente por conseguir un mínimo hallazgo que le permita cercar al asesino. Menkell no se detiene en florituras aunque puntualmente introduce un elemento de crítica a la sociedad sueca que casa bien con el género. Como anécdota he de decir que cuando terminé el libro me pregunté dos cosas. Una de ellas es el número de horas que duerme Wallander durante la investigación y la otra las veces que por culpa de su incipiente diabetes para a mear en cualquier lugar. Me encantó una escena en la que el policía, en pleno ataque de ira rompe el auricular de un teléfono contra la mesa.  

La obra, con una versión de “bolsillo” de setecientas páginas, se lee a puñados. No entro en la calidad literaria porque no se puede comparar con otras novelas de diferente forma, contenido y, sobre todo, intención.  Lo que sí que puedo decir es que hoy en día hay mucha novela negra y parte de ella es mala. Pisando los talones no decepciona, se ajusta a lo conocido en el género, resulta inquietante y, como se suele decir, también tiene su miga. Muy recomendable para un momento en el que la mente pida un poco de crimen.

2 comentarios:

  1. Me encanta la última frase...¿quién no tiene esos momentos? Por tu descripción parece totalmente distinta a los libros que habías comentado hasta ahora. ¿Más comercial?

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    1. Verdad que sí, a veces apetece un tema concreto para leer y el crimen no es una excepción. La serie de novelas de Wallander es conocida y se vende muy bien.

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