De vez en cuando es inevitable, por cualquier motivo y sin poder
presentar una excusa plausible, caer en las tupidas redes de la novela negra.
Sin darte cuenta acabas frente a un grueso volumen siguiendo las indagaciones
de un policía de métodos poco ortodoxos que se esfuerza por descifrar un
truculento crimen. No hay duda de que el asesinato siempre se ha antojado una
mina de oro y la novela negra se sirve de este filón para, con los matices
propios del género, atrapar al lector. La intriga y la expectativa por resolver
el rompecabezas son como la miel para las moscas. Si el protagonista tiene
chicha, la trama no es muy descabellada y los cabos que quedan sueltos acaban
atándose sin forzar demasiado, el libro suele funcionar.
Pisando los talones cayó en mis manos como regalo navideño que
ahora agradezco porque no creo que por iniciativa propia hubiera comprado la
novela. Quizá porque la moda de la literatura escandinava me ahuyenta por puro
prejuicio. Sin embargo, la novela no me ha decepcionado. No contaré mucho de la historia porque se conoce de antemano. Wallander es un policía con muchas horas de trabajo a sus
espaldas, una vida solitaria y una salud que comienza a resentirse. Un tipo
duro, difícil y escéptico. Una serie de crímenes enfermizos lo llevaran hasta el límite para encontrar al asesino.
Mankell plantea bien la trama desde un principio. El ritmo no decae y la prosa,
clara y directa, no se desvía de la historia lo que proporciona al lector lo necesario: más pistas, crímenes, atmósferas inquietantes y un Wallander que
se exprime física y mentalmente por conseguir un mínimo hallazgo que le permita
cercar al asesino. Menkell no se detiene en florituras aunque puntualmente introduce
un elemento de crítica a la sociedad sueca que casa bien con el género. Como
anécdota he de decir que cuando terminé el libro me pregunté dos cosas. Una de
ellas es el número de horas que duerme Wallander durante la investigación y la
otra las veces que por culpa de su incipiente diabetes para a mear en
cualquier lugar. Me encantó una escena en la que el policía, en pleno ataque de
ira rompe el auricular de un teléfono contra la mesa.
La obra, con una versión de “bolsillo” de setecientas páginas, se lee a
puñados. No entro en la calidad literaria porque no se puede comparar
con otras novelas de diferente forma,
contenido y, sobre todo, intención. Lo que
sí que puedo decir es que hoy en día hay mucha novela negra y parte de ella es mala. Pisando los talones no
decepciona, se ajusta a lo conocido en el género, resulta inquietante y, como se
suele decir, también tiene su miga. Muy recomendable para un momento en el que
la mente pida un poco de crimen.
Me encanta la última frase...¿quién no tiene esos momentos? Por tu descripción parece totalmente distinta a los libros que habías comentado hasta ahora. ¿Más comercial?
ResponderEliminarVerdad que sí, a veces apetece un tema concreto para leer y el crimen no es una excepción. La serie de novelas de Wallander es conocida y se vende muy bien.
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