miércoles, 6 de agosto de 2014

El día de la independencia, Richard Ford




El día de la independencia (1995) es el segundo libro de la trilogía de Frank Bascombe que comenzó con El periodista deportivo (1986). La historia ha dado un salto hacia delante de siete años desde el final del primer libro. Bascombe es un hombre que pasa de los cuarenta, divorciado y con dos hijos adolescentes, una mujer con la que mantiene una relación dispersa y una exmujer a la que no ha terminado de olvidar. Trabaja como vendedor de casas y vive en la apacible Haddam, en el estado de Nueva Jersey. Una vida acomodada y tranquila que transcurre en lo que el protagonista define como "Periodo de Existencia", una fase vital en la que lo primordial es no pensar demasiado y lo más adecuado parece alcanzar un estado carente de dolor. El día de la independencia nos sumerge en este peculiar "Periodo de Existencia" y nos muestra la relación de Frank Bascombe con los distintos personajes que circundan su vida, desde aquellos con los que mantiene una posición preferente hasta aquellos más secundarios. Los encuentros y diálogos junto con simples observaciones realizadas, por ejemplo, desde el asiento de su coche, permiten al lector trazar un perfil del protagonista y del mundo que lo rodea.

La estructura y forma de la obra es semejante a la de El periodista deportivo. Richard Ford utiliza un narrador en primera persona de modo que es el propio Bascombe el que ejerce de cámara de la historia. Los puntos de vista en forma de digresiones y los saltos temporales al pasado son abundantes durante la narración. El tiempo narrativo es extenso en comparación con el tiempo de la historia, que apenas transcurre en los cuatro días previos a la fiesta estadounidense del cuatro de julio en el primer libro la obra se desarrollaba en poco más de un fin de semana. Todo lo comentado influye para que el ritmo de la novela sea lento, hecho que seguro no se aleja de la intención del autor. Huelga decir que El día de la independencia no es una novela de trama sino una obra en la que el protagonista, los personajes, las acciones y el propio entorno conforman una escena cuya finalidad es que el lector reflexione sobre las motivaciones, deseos y frustraciones de las personas, con Frank Bascombe como punto en común. Una novela de personajes con vidas normales que viven en Nueva Jersey a principios de los noventa, pero cuyas preocupaciones no distan mucho de las personas dela España actual.  Frank Bascombe o su hijo, su exmujer o la pareja que intenta asentarse en Haddam con la ayuda de Frank son personajes que no pertenecen al entretenimiento sino a la literatura. La novela requiere voluntad por parte del lector para sumergirse en la historia y acercarse a la controvertida  y desconcertante figura del protagonista. Richard Ford es un escritor de altura y en esta obra lo demuestra con una acertada disección de la escena norteamericana media. Nada está dejado al azar, ni la ciudad de Haddam, ni el empleo en el sector inmobiliario, ni ninguno de los personajes secundarios y los lugares pasajeros. Todo contribuye a la historia.

Conviene señalar que la lectura previa del primer volumen de la trilogía se hace imprescindible porque aunque son escasas las referencias a hechos de la primera novela la relación es clara y es necesario tener en mente a aquel Bascombe de siete años atrás. Si esta primera obra es del gusto del lector, la segunda es una continuación semejante en estilo, algo más extensa y quizá algo más explicativa, pero que mantiene la misma atmósfera. Quizá el mayor problema de El día de la independencia sea que en ocasiones puede hacerse algo pesada para el lector por esa estructura de la que he hablado anteriormente, con una narración extremadamente pausada y excesivos paréntesis. 

De todos modos, animo al lector a que escuche a Frank Bascombe y su hilo de conciencia. A veces es difícil aguantarlo, disfuncional con su familia, con unas motivaciones totalmente desconectadas de sus deseos y una voluntad quebradiza como el yeso, enterrado bajo la tierra de su “Periodo de Existencia”, pero a pesar de todo, su voz merece la pena para entender un mundo, el nuestro, moderno, solitario y agrietado. Una obra que no es sencilla de deglutir ni de digerir, pero que resultará del agrado de los amantes de la literatura norteamericana de personajes. A continuación dejó unas cuantas frases de Frank Bascombe.

“Lo cierto es, sin embargo, que sabemos poco de los demás y no podemos enterarnos de mucho más; aunque pasemos tiempo con ellos, oigamos sus quejas, montemos en la montaña rusa con ellos, les vendamos casas, nos preocupemos por la felicidad de sus hijos, pronto les veremos desaparecer para siempre. Unos perfectos desconocidos”.
“Otro modo de decir esto es que cuando uno es joven, su adversario es el futuro; pero cuando ya no es joven, su adversario es el pasado y todo lo que se ha hecho en él”.
“Lo mejor es un concepto sin referencia una vez que te has casado y lo has echado a perder; puede que incluso desde que has tomado tu primer helado de plátano a los cinco años y descubres, una vez que lo has acabado, que podrías tomar otro. En otras palabras, conviene olvidar lo mejor. Lo mejor se ha terminado”.
“Será mejor que tragues las lágrimas, te acostumbres a las sensiblerías sin importancia y sigas hacia lo que viene después, sin preocuparse de lo que ocurrió antes. Los lugares no significan nada”.




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