martes, 28 de junio de 2016

Capital, John Lanchester





La intención de Lanchester con esta historia es presentar un mosaico de los habitantes del Londres actual. Una ciudad que, como otras grandes urbes, parece ofrecer un hueco y un horizonte a sus habitantes,  pero que ante el menor titubeo se muestra despiadada. Para ello escoge como escenario la calle de Pepys Road, situada en una zona acomodada de la ciudad. Los personajes viven, trabajan o tiene algún vínculo con esta calle. El autor plantea las vivencias, decisiones y vicisitudes de un grupo variopinto de personas y se permite reflexionar sobre infinidad de temas a los que aporta cierto ingenio y acidez. Sin embargo, parece dudar de este planteamiento —quizá le parezca poco original— y acopla una intriga que como recurso cohesiona los fragmentos de la historia pero que parece dirigida a ese lector ávido de giros y suspense que podría dar la espalda a la novela sin este elemento. Una serie de postales aparecen en los umbrales de las casas de Pepys Road. Estas muestran fotos de los edificios y una inquietante frase: “Queremos lo que usted tiene”.

El punto de partida es el mes de diciembre del 2007, justo antes de la crisis financiera y en plena psicosis por la seguridad y el terrorismo. Algunos de los personajes son un trabajador de la Citi, una anciana que ha vivido toda su vida en la misma casa, unos tenderos paquistaníes, un prometedor futbolista senegalés que acaba de llegar a Inglaterra con su padre, una vigilante de aparcamiento, un obrero polaco. Esta es una pequeña muestra, pero destaca la gran cantidad de extranjeros, algo habitual en las grandes ciudades y tema controvertido en la Gran Bretaña actual. No hay un protagonista sino que todos forman un coro aunque es cierto que la atención se centra en algunos de ellos mientras que otros son casi bosquejos. Desde luego no están escogidos al azar porque su perfil pretende mostrar un apunte concreto. Desde un exitoso trabajador del sector financiero hasta una refugiada de Zimbaue hay una distancia importante. Tal variedad permite a Lanchester reflexionar sobre temas diversos que van desde la locura de la política antiterrorista, la banalidad del sistema financiero pero también sobre el desarraigo o el dolor por la pérdida de un familiar.
 
De la novela destacaré la parte inicial, incluido su prólogo, con una interesante historia sobre la evolución de Pepys Road hasta un presente en el que las casas han dejado de alojar a trabajadores para convertirse en un símbolo de posición social. El primer tercio mantiene un buen ritmo que poco a poco se convierte en algo más monótono sin llegar en ningún momento al decaimiento. En definitiva, muestra un año de la vida de varias personas muchas de las cuáles no se conocen entre sí, con sus sueños y desgracias en un marco que bien podría ser una calle de otra ciudad como París o Madrid. En la novela hay mucha menos trama de lo que parece al principio.  En cuanto a la forma diré que está escrita sin alardes, pero Lanchester podía haber aprovechado más el escenario de Londres para acentuar con las palabras las sensaciones de cada momento. Digamos que la obra se lee fácil pero que resalta más por lo que cuenta y por las reflexiones que por la calidad literaria, como una especie de ensayo disfrazado de novela. De todos modos, sin ser una obra de primer nivel, conserva una intención crítica que resulta muy atractiva.

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