Hace unos meses navegando por
Internet encontré una lista de diez escritores clásicos reeditados de la
literatura norteamericana. Entre ellos figuraba William Saroyan, un autor que
alcanzó cierta notoriedad a mediados del siglo XX pero que después cayó en el
olvido. En los últimos tiempos la editorial Acantilado ha publicado algunas de las
obras de Saroyan como es el caso de Cosa
de Risa.
El matrimonio Nazarenus viaja a
una casa propiedad del hermano del marido para pasar unos días de asueto con
sus hijos. Es una casa en el campo, con
un viñedo y toda la tranquilidad del mundo para disfrutar de la calma en
familia. En principio nada debe romper lo anodino de este periodo de descanso, pero
la primera noche Eve confiesa a su marido Evan que está embarazada de otro
hombre. La revelación golpea de tal modo a Evan que directamente huye a San
Francisco para desahogarse con su hermano, pero antes de que amanezca y los
niños se levanten, está de vuelta en casa sin saber muy bien qué va suceder. La
obra relata esos días posteriores traducidos en un océano revuelto en el que se
entremezcla la furia, el deseo de salir adelante y la sensación de derrumbe. Evan
ha de luchar consigo mismo y con la inestabilidad de su esposa para evitar
tomar el camino de la destrucción.
Cosa de risa es una novela de sentimientos soterrados en la que el
devenir de los acontecimientos se enreda en un callejón sin salida. La tensión, el amor, la duda o el precipicio
aparecen de modo constante en la tormentosa relación del matrimonio
Nazarenus. Para contar esta historia
Saroyan emplea de modo inteligente a narradores centrados en distintos
personajes. Unas veces se perciben los problemas a través de la opinión de un
vecino o mediante los ojos del hijo mayor. En ocasiones es el propio Evan el
que desmenuza sus preocupaciones. Esto permite obtener una especie de visión
periférica de los personajes principales y de los propios acontecimientos que
en contra de lo que puede parecer acerca al lector al sufrimiento de los
protagonistas. Destaca la enigmática figura del hermano de Evan, cuyo papel es
relevante en la historia. Quizá el
desenlace de la novela resulte un tanto exagerado, con una cadena de
acontecimientos en las últimas quince páginas que permiten cerrar la historia sin
ningún cabo suelto pero que en mi opinión son un tanto excesivos e innecesarios. Esto no empaña una
obra notable que requiere el compromiso del lector con una lectura atenta y
detenida. Mención especial para los crípticos diálogos entre Eve y Evan. Creo que la recompensa es satisfactoria, con una historia abocada al desastre en la que el lector se acerca y se hace partícipe.
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