Aunque en la actualidad parezca algo irreal, en el
pasado existieron las escuelas para sirvientes. Allí se formaba a los
individuos para que fueran mayordomos impecables. Robert Walser estudió en una
de ellas durante varios años y probablemente esa experiencia contribuyó para
que nos legara un personaje y un lugar que, por derecho propio, forman parte de
la historia de la literatura. El personaje da título al libro, el inefable
Jakob von Gunten y el lugar es el instituto Benjamenta. Uno y otro no se
entienden por separado, unidos por la ironía y el más puro absurdo. De todos
modos, antes de leer Jakob
von Gunten, recomiendo echar un vistazo a la biografía del autor. Aquí
solo apunto un par de detalles. Nacido en 1878, pasó recluido en un sanatorio
mental desde 1929 hasta su muerte en 1956 y los últimos veintidós años de su
vida, no escribió una palabra. Además es conocido por su influencia en Franz Kafka.
En el comienzo de la obra, Jakob von Gunten acaba de incorporarse, previo pago de una suma suficiente, al prestigioso instituto Benjamenta. En ese lugar se moldea a los jóvenes cual arcilla con el objetivo de convertirlos en tipos obedientes adaptados a la mediocridad. No es ninguna broma. Tipos insignificantes, como ceros a la izquierda, redondos como una bola. Estas primeras páginas son tan hilarantes como geniales. Quizá porque la narración irónica de esa preparación para la subordinación y el modo en que Jakob, en primera persona y a modo de diario, nos explica su vivencia en tan insólito lugar resulta desternillante. Jakob pasa durante la obra de la reflexión interna o la descripción de lo que acontece en el instituto a la relación con algunos personajes, como su compañero Kraus o como los hermanos, director y profesora respectivamente, que componen el personal del centro. Si tengo que elegir me quedo con los soliloquios del señor Benjamenta cuando tiene a Jakob enfrente —le coge cariño al chico— y también con las invectivas de Kraus a su incorregible compañero. La historia se desmadeja hacia lo grotesco y toma un rumbo complejo y surreal, como no puede ser de otra manera.
En el comienzo de la obra, Jakob von Gunten acaba de incorporarse, previo pago de una suma suficiente, al prestigioso instituto Benjamenta. En ese lugar se moldea a los jóvenes cual arcilla con el objetivo de convertirlos en tipos obedientes adaptados a la mediocridad. No es ninguna broma. Tipos insignificantes, como ceros a la izquierda, redondos como una bola. Estas primeras páginas son tan hilarantes como geniales. Quizá porque la narración irónica de esa preparación para la subordinación y el modo en que Jakob, en primera persona y a modo de diario, nos explica su vivencia en tan insólito lugar resulta desternillante. Jakob pasa durante la obra de la reflexión interna o la descripción de lo que acontece en el instituto a la relación con algunos personajes, como su compañero Kraus o como los hermanos, director y profesora respectivamente, que componen el personal del centro. Si tengo que elegir me quedo con los soliloquios del señor Benjamenta cuando tiene a Jakob enfrente —le coge cariño al chico— y también con las invectivas de Kraus a su incorregible compañero. La historia se desmadeja hacia lo grotesco y toma un rumbo complejo y surreal, como no puede ser de otra manera.
La obra es breve y de fácil comprensión, pero
cierta sutileza no siempre se acoge del mismo modo por todos los lectores. No hay
trama ni cambio y por supuesto estamos alejados de las grandes historias. Esta
obra pertenece a un género minúsculo, a un lugar escasamente transitado. Quizá
sea realmente una historia insignificante, pero todavía casi nadie sabe valorar
la importancia de lo insignificante. Como dice Enrique Vila-Matas, todos somos
Jakob von Gunten, y no puedo estar más de acuerdo. Muchos nos vemos
representados en el protagonista, en su postura frente al absurdo. ¿Acaso han
desaparecido realmente las escuelas para sirvientes? El universo Benjamenta
puede resultar muy terapéutico para todos aquellos que nos sentimos muchas
veces como Jakob von Gunten.
Aquí dejo un enlace a un vídeo de apenas unos
minutos en el que el propio Vila-Matas describe perfectamente esta obra.
Me han entrado muchas ganas de leerlo, así que te toca pasármelo.
ResponderEliminar¡Ya te lo pasaré!
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