Una obra sobre la Primera Guerra
Mundial y un título que conduce directamente al inicio de una carnicería humana
de cotas insospechadas por aquel entonces.
Señalar que el libro tiene apenas
cien páginas y su lectura es rápida y fluida. El relato se centra en la
vivencia de varios jóvenes del noroeste de Francia. Comienza con la llamada a
filas y discurre hacia el trágico destino que aguarda a cada uno de ellos.
Más importante que la propia historia
es el tipo de narración. No hay detalles pormenorizados del combate,
reflexiones y sentimientos exacerbados, tampoco un desarrollo de conflictos
entre personajes. Echenoz emplea un narrador a modo de cámara que mantiene la
distancia con hechos y personajes y fija un ritmo mecánico y constante.
Una manera de narrar arriesgada, con
una sucesión de acontecimientos que tienen el mismo peso, independientemente de
su aparente relevancia, ya sean un paseo por una calle desierta o las
consecuencias de la explosión de un obús. El pasado solo se
intuye, los conflictos permanecen ausentes en una asepsia solo aparente: el lector sacará sus
conclusiones en un contexto de destrucción.
Pero detrás de los hechos hay un
dolor claro, velado de modo intencionado, pero palpable como
el viscoso barro de las trincheras.
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