lunes, 25 de julio de 2016

La conjura contra América, Philip Roth





Para ir directamente al grano diré que La conjura contra América no es una de las mejores novelas del Philip Roth. Un acérrimo seguidor del escritor estadounidense, como es mi caso, encontrará algunos lugares comunes con respecto a otras novelas que le proporcionarán cierto aliento pero, si se toma la obra con la distancia adecuada se puede apreciar que le falta fluidez e incluso algo de consistencia hacia un final que resulta abrupto.

La historia se basa en una ucronía por la cual en 1940 Roosevelt pierde la presidencia de Estados Unidos a favor de Lindbergh. El rumbo de la historia cambia al acabar en la Casa Blanca un germanófilo condescendiente con la barbarie nazi en Europa que apuesta por la neutralidad en el conflicto. Dicho esto, la novela se centra en la cercana postura de Estados Unidos a la Alemania de Hitler y en las consecuencias que esto tiene para los judíos del país y en concreto, para la familia Roth, que habita en la población de Newark. Esta zona de mayoría judía ofrece un contraste con el resto de la nación y un marco adecuado para las intenciones del autor. Mientras el país transita un terreno fangoso, los Roth mantienen una obstinada oposición hacia Lindbergh, en contra de la opinión de la mayoría de la población, incluso de algunos judíos. Esta postura les costará un desgaste interno con crecientes tensiones familiares que desembocarán en una fragmentación inevitable y en unas dosis de dolor que aumentan a medida que avanza el relato. Sin embargo, la sensación en el lector es que una vez planteada la historia se orbita continuamente alrededor de la misma idea de antijudaísmo y conspiración llegando a cierto estancamiento.

El relato lo cuenta en retrospectiva un adulto llamado Philip Roth con sus palabras maduras pero con los recuerdos de un niño de nueve años que vive el ascenso de Lindbergh entre los años 1940 y 1942. El narrador se convierte en muchas ocasiones en un cronista de los hechos históricos que acontecen en esta ucronía, pero siempre vuelve a ese núcleo familiar que lucha interna y externamente con una situación desfavorable. Lo más interesante de la novela está en el papel que cada individuo juega ante los hechos que suceden. Unos luchan con una testarudez que parece conducirles al error, otros niegan, algunos se adaptan y muchos simplemente sobreviven. La novela peca de estatismo y acaba de modo repentino. La ucronía se cierra del mismo modo, con una interpretación de los hechos históricos posteriores algo simplista. Además la historia de Lindbergh concluye antes que la parte de la familia Roth con lo que se lastra algo la atención por la historia en las últimas páginas. 

Un ejemplo de que una obra puede tener alguna falla es responder a la pregunta de si podría haber durado cien páginas más o cien menos.  En La conjura contra América la respuesta es afirmativa, el autor podía haber alargado el relato así como acortarlo con resultado similar. Solo la capacidad de Roth mediante su escritura sesuda con numerosos saltos temporales y su arte para aumentar la importancia de cualquier anécdota mantienen el interés. Quizá la intención de Roth fue trasladar la situación que sufrieron los judíos en la Alemania nazi antes de la guerra a una América ficticia, pero no creo que consiga una obra redonda. Un novela para aficionados a Roth. Los que no lo conozcan pueden empezar por otras obras como Pastoral Americana, Me casé con un comunista o las más recientes pero muy relevantes Elegía o Némesis.




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