Para ir
directamente al grano diré que La conjura
contra América no es una de las mejores novelas del Philip Roth. Un
acérrimo seguidor del escritor estadounidense, como es mi caso, encontrará
algunos lugares comunes con respecto a otras novelas que le proporcionarán
cierto aliento pero, si se toma la obra con la distancia adecuada se
puede apreciar que le falta fluidez e incluso algo de consistencia hacia un final
que resulta abrupto.
La historia se
basa en una ucronía por la cual en 1940 Roosevelt pierde la presidencia de
Estados Unidos a favor de Lindbergh. El rumbo de la historia cambia
al acabar en la Casa Blanca un germanófilo condescendiente con la barbarie nazi
en Europa que apuesta por la neutralidad en el conflicto. Dicho esto, la
novela se centra en la cercana postura de Estados Unidos a la Alemania de
Hitler y en las consecuencias que esto tiene para los judíos del país y en
concreto, para la familia Roth, que habita en la
población de Newark. Esta zona de
mayoría judía ofrece un contraste con el resto de la nación y un marco adecuado para las intenciones del autor. Mientras el país transita un terreno fangoso, los Roth mantienen una obstinada oposición hacia Lindbergh, en contra
de la opinión de la mayoría de la población, incluso de algunos judíos. Esta
postura les costará un desgaste interno con crecientes tensiones familiares que
desembocarán en una fragmentación inevitable y en unas dosis de dolor que aumentan a medida que avanza el relato. Sin
embargo, la sensación en el lector es que una vez planteada la historia se orbita
continuamente alrededor de la misma idea de antijudaísmo y conspiración llegando a cierto estancamiento.
El relato lo
cuenta en retrospectiva un adulto llamado Philip Roth con sus palabras maduras
pero con los recuerdos de un niño de nueve años que vive el ascenso de
Lindbergh entre los años 1940 y 1942. El narrador se convierte en muchas
ocasiones en un cronista de los hechos históricos que acontecen en esta ucronía,
pero siempre vuelve a ese núcleo familiar que lucha interna y externamente con
una situación desfavorable. Lo más interesante de la novela está en el papel
que cada individuo juega ante los hechos que suceden. Unos luchan con una
testarudez que parece conducirles al error, otros niegan, algunos se adaptan y muchos
simplemente sobreviven. La novela peca de estatismo y acaba de modo repentino. La
ucronía se cierra del mismo modo, con una interpretación de los hechos
históricos posteriores algo simplista. Además
la historia de Lindbergh concluye antes que la parte de la familia Roth con lo que
se lastra algo la atención por la historia en las últimas páginas.
Un ejemplo de
que una obra puede tener alguna falla es responder a la pregunta de si podría
haber durado cien páginas más o cien menos. En La
conjura contra América la respuesta es afirmativa, el autor podía haber
alargado el relato así como acortarlo con resultado similar. Solo la capacidad
de Roth mediante su escritura sesuda con numerosos saltos temporales y su arte
para aumentar la importancia de cualquier anécdota mantienen el interés. Quizá
la intención de Roth fue trasladar la situación que sufrieron los judíos en la
Alemania nazi antes de la guerra a una América ficticia, pero no creo que
consiga una obra redonda. Un novela para aficionados a Roth. Los que no lo
conozcan pueden empezar por otras obras como Pastoral Americana, Me casé con un comunista o las más recientes
pero muy relevantes Elegía o Némesis.
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