Resulta curioso que el primer
autor que repito en este blog sea Chuck Palahniuk, del que no hace mucho reseñé
su novela Pigmeo. Curioso porque
después de la decepción que supuso Pigmeo,
llama la atención que me embarcara poco después en la lectura de Monstruos invisibles, a sabiendas de que
esta novela tampoco prometía. En efecto, Monstruos
invisibles es otra novela ramplona de Palahniuk con escasos destellos, el
mismo cenagal de siempre y un final enrevesado y cáustico que llama más la
atención por el retorcimiento que por su sentido. Sin embargo, he de confesar
que aunque literariamente la obra sea deficiente, este tipo de novela de
Palahniuk se lee fácil, es digerible y, a pesar de que su trascendencia es mínima,
viene bien para determinadas ocasiones. En mi caso, un viaje al extranjero, con
transportes incómodos y escasos periodos para concentrarme me llevaron a pensar
que otra obra del autor estadounidense sería suficiente para pasar el rato. No me equivoqué.
Monstruos invisibles trata sobre el mundo de la belleza y la banalidad que lo envuelve y amortaja. Una joven modelo sufre un accidente que desfigura su cara de modo terrible. De un día para otro se convierte en un monstruo repulsivo a la vista de la gente. Mientras se recupera en el hospital de las heridas conoce a Brandy Alexander, un grotesco transexual de belleza modelada a base de operaciones de cirugía que influirá decisivamente en su vida. Las dos comenzaran un viaje en coche por Estados Unidos y Canadá tras secuestrar al exnovio de la protagonista. No comentaré mucho más de la trama. Prácticamente es lo que puede leerse en la sinopsis del libro. Puedo adelantar que el enredo que se da entre estos personajes es algo inaudito y digno de una película de Almodóvar. En ocasiones, las situaciones planteadas parecen sacadas de la cabeza del manchego, pero Palahniuk también es una buena pieza a la hora de enredar e inventar. El problema es que todo ese enredo no consigue atraer, ni siquiera sorprender al lector. Asombra pero no logra que el destino de los personajes importe mucho. Aparte de la intrincada trama, el autor intenta un conato de reflexión sobre la belleza y la invisibilidad, pero falta profundidad, sobre todo porque los personajes carecen de ella.
Monstruos invisibles trata sobre el mundo de la belleza y la banalidad que lo envuelve y amortaja. Una joven modelo sufre un accidente que desfigura su cara de modo terrible. De un día para otro se convierte en un monstruo repulsivo a la vista de la gente. Mientras se recupera en el hospital de las heridas conoce a Brandy Alexander, un grotesco transexual de belleza modelada a base de operaciones de cirugía que influirá decisivamente en su vida. Las dos comenzaran un viaje en coche por Estados Unidos y Canadá tras secuestrar al exnovio de la protagonista. No comentaré mucho más de la trama. Prácticamente es lo que puede leerse en la sinopsis del libro. Puedo adelantar que el enredo que se da entre estos personajes es algo inaudito y digno de una película de Almodóvar. En ocasiones, las situaciones planteadas parecen sacadas de la cabeza del manchego, pero Palahniuk también es una buena pieza a la hora de enredar e inventar. El problema es que todo ese enredo no consigue atraer, ni siquiera sorprender al lector. Asombra pero no logra que el destino de los personajes importe mucho. Aparte de la intrincada trama, el autor intenta un conato de reflexión sobre la belleza y la invisibilidad, pero falta profundidad, sobre todo porque los personajes carecen de ella.
Quiero señalar que tras haber
leído varios libros de Palahniuk confirmaré algo que siempre le han criticado: emplea
siempre el mismo narrador. Realmente no importa si el protagonista es un
terrorista de un país oprimido, una exmodelo desfigurada o un fulano que
espera la cola para participar en un espectáculo pornográfico. No importa el
sexo o la edad porque siempre la mente narradora
es la misma. Cuando utiliza una narración en primera persona prácticamente no
se distinguen los protagonistas de novelas diferentes. Las reflexiones, el tono
y la manera de actuar de los personajes son excesivamente semejantes. En cuanto al estilo añadiré que acierta con
los saltos temporales y que el lenguaje empleado es sencillo y claro. Como
siempre utiliza estructuras repetitivas para atraer la atención del lector y morbosas
anécdotas del submundo urbano con resultados diversos. Sin embargo, la historia
no convence, la reflexión parece ausente y el desarrollo encajaría más en un
cómic que un libro —tendría más fuerza.
En definitiva, Monstruos invisibles es otra obra de
escaso nivel de Palahniuk, cortada bajo el mismo patrón que Snuff o Pigmeo, que arranca a duras penas y aterriza donde puede tras
exprimir el ingenio en un resultado casi de ciencia ficción. Una novela hueca,
con una historia en muchas ocasiones absurda y con una resolución de la trama
muy pirotécnica. Entretenida, como pueden serlo muchos de los libros que copan
las listas de los más vendidos, pero que no deja regusto alguno y condenada al
olvido con el paso del tiempo. Lo
positivo es que es corta y de lectura fácil y si eres un lector de Palahniuk,
como es mi caso, llegas a perdonar casi todas las deficiencias literarias y
desvaríos para embarcarte en un viaje alucinógeno a un mundo de droga, sexo,
violencia y personajes que rozan la inverosimilitud. Estoy seguro de que el
único motivo por el que leo a Palahniuk es ese universo tan propio. Para los
que no conozcan a Palahniuk me remito a lo dicho en la reseña de Pigmeo: mejor leer El Club de la lucha, gran novela tanto en contenido como en forma.
A pesar de todo, te seguiré
leyendo, Chuck.
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