El día de la independencia (1995) es el segundo libro de la trilogía de
Frank Bascombe que comenzó con El
periodista deportivo (1986). La historia ha dado un salto hacia delante de siete
años desde el final del primer libro. Bascombe es un hombre que pasa de los cuarenta, divorciado y con dos hijos
adolescentes, una mujer con la que mantiene una relación dispersa y una exmujer
a la que no ha terminado de olvidar. Trabaja como vendedor de casas y vive en
la apacible Haddam, en el estado de Nueva Jersey. Una vida acomodada y
tranquila que transcurre en lo que el protagonista define como "Periodo de
Existencia", una fase vital en la que lo primordial es no pensar demasiado y lo más
adecuado parece alcanzar un estado carente de dolor. El día de la independencia nos sumerge en este peculiar "Periodo de
Existencia" y nos muestra la relación de Frank Bascombe con los distintos
personajes que circundan su vida, desde aquellos con los que mantiene una
posición preferente hasta aquellos más secundarios. Los encuentros y diálogos
junto con simples observaciones realizadas, por ejemplo, desde el asiento de su
coche, permiten al lector trazar un perfil del protagonista y del mundo que lo
rodea.
La estructura y forma de la obra
es semejante a la de El periodista
deportivo. Richard Ford utiliza un narrador en primera persona de modo que
es el propio Bascombe el que ejerce de cámara de la historia. Los puntos de
vista en forma de digresiones y los saltos temporales al pasado son abundantes
durante la narración. El tiempo narrativo es extenso en comparación con el
tiempo de la historia, que apenas transcurre en los cuatro días previos a la
fiesta estadounidense del cuatro de julio —en el primer libro la obra se
desarrollaba en poco más de un fin de semana—. Todo lo comentado influye para que
el ritmo de la novela sea lento, hecho que seguro no se aleja de la intención del
autor. Huelga decir que El día de la
independencia no es una novela de trama sino una obra en la que el
protagonista, los personajes, las acciones y el propio entorno conforman una
escena cuya finalidad es que el lector reflexione sobre las motivaciones,
deseos y frustraciones de las personas, con Frank Bascombe como punto en común.
Una novela de personajes con vidas normales que viven en Nueva Jersey a
principios de los noventa, pero cuyas preocupaciones no distan mucho de las personas dela España actual. Frank
Bascombe o su hijo, su exmujer o la pareja que intenta asentarse en Haddam con
la ayuda de Frank son personajes que no pertenecen al entretenimiento sino a la
literatura. La novela requiere voluntad por parte del lector para sumergirse en
la historia y acercarse a la controvertida
y desconcertante figura del protagonista. Richard Ford es un escritor de
altura y en esta obra lo demuestra con una acertada disección de la escena
norteamericana media. Nada está dejado al azar, ni la ciudad de Haddam, ni el
empleo en el sector inmobiliario, ni ninguno de los personajes secundarios y
los lugares pasajeros. Todo contribuye a la historia.
Conviene señalar que la lectura
previa del primer volumen de la trilogía se hace imprescindible porque aunque
son escasas las referencias a hechos de la primera novela la relación es clara
y es necesario tener en mente a aquel Bascombe de siete años atrás. Si esta
primera obra es del gusto del lector, la segunda es una continuación semejante
en estilo, algo más extensa y quizá algo más explicativa, pero que mantiene la
misma atmósfera. Quizá el mayor problema de El
día de la independencia sea que en ocasiones puede hacerse algo pesada para
el lector por esa estructura de la que he hablado anteriormente, con una narración extremadamente pausada y excesivos paréntesis.
De todos modos, animo al lector a
que escuche a Frank Bascombe y su hilo de conciencia. A veces es difícil
aguantarlo, disfuncional con su familia, con unas motivaciones totalmente
desconectadas de sus deseos y una voluntad quebradiza como el yeso, enterrado
bajo la tierra de su “Periodo de Existencia”, pero a pesar de todo, su voz
merece la pena para entender un mundo, el nuestro, moderno, solitario y agrietado. Una obra
que no es sencilla de deglutir ni de digerir, pero que resultará del agrado de
los amantes de la literatura norteamericana de personajes. A continuación dejó
unas cuantas frases de Frank Bascombe.
“Lo cierto es, sin embargo, que
sabemos poco de los demás y no podemos enterarnos de mucho más; aunque pasemos
tiempo con ellos, oigamos sus quejas, montemos en la montaña rusa con ellos,
les vendamos casas, nos preocupemos por la felicidad de sus hijos, pronto les
veremos desaparecer para siempre. Unos perfectos desconocidos”.
“Otro modo de decir esto es que
cuando uno es joven, su adversario es el futuro; pero cuando ya no es joven, su
adversario es el pasado y todo lo que se ha hecho en él”.
“Lo mejor es un concepto sin
referencia una vez que te has casado y lo has echado a perder; puede que
incluso desde que has tomado tu primer helado de plátano a los cinco años y descubres,
una vez que lo has acabado, que podrías tomar otro. En otras palabras, conviene
olvidar lo mejor. Lo mejor se ha terminado”.
“Será mejor que tragues las
lágrimas, te acostumbres a las sensiblerías sin importancia y sigas hacia lo
que viene después, sin preocuparse de lo que ocurrió antes. Los lugares no
significan nada”.
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