domingo, 25 de mayo de 2014

La humillación, Philip Roth



Philip Roth es uno de los grandes novelistas norteamericanos. Aunque eterno candidato al Nobel, este hecho es irrelevante porque más allá de su fama y reconocimiento hay algo por encima, menos banal y más tangible: sus novelas. Escritor longevo y prolífico, sus obras son una muestra de una escritura cuidada, emocional, profunda y en muchos casos, demoledora. Roth es un excelente narrador, que moldea sus personajes y les proporciona hondura suficiente para atrapar al lector. La trama de sus novelas se emplaza en un eje secundario mientras que los personajes, sus acciones y generalmente todo aquello que los erosiona y en muchas ocasiones, destruye, acuden siempre a primer plano. En los últimos años, el ya octogenario escritor, ha publicado una serie de novelas cortas que concentran lo mejor de su prosa: Elegía, Indignación, La humillación y Némesis, por orden cronológico. Antes de desmenuzar La Humillación me gustaría hacer un paréntesis para recomendar la lectura de Elegía y Némesis, dos historias de gran calidad en las que no parece sobrar una sola palabra.

 
La humillación representa en tres actos, siguiendo la estructura de una obra teatral, la vida de un veterano y reconocido actor de teatro, Simon Axler, que de modo repentino pierde la capacidad de actuar sobre el escenario. Tanto los espectadores como él mismo perciben la mediocridad de sus interpretaciones con lo que decide interrumpir abruptamente su carrera. Abandonado por su mujer, finalmente decide ingresar de modo voluntario en un hospital psiquiátrico.  Su descenso a los infiernos parece consumado e irreversible. Simon, tras dejar el hospital, decide aislarse del mundo y se recluye en su solitaria casa en el campo, pero de modo también repentino, surge una luz inesperada en forma de mujer que desata en él deseos que creía irremediablemente enterrados. Sin embargo, esta novela no trata de segundas oportunidades sino del proceso de caída irrefrenable de su protagonista. La obra permite reflexionar sobre la vejez, la trivialidad de la propia existencia y los logros, la brutalidad de la experiencia y también acerca de la resurrección a través del deseo y el sexo. 



En La humillación Roth va directamente al grano, tanto con el curso de la historia como con los personajes y maneja la historia sin engaños ni artificios. Los hechos se suceden y avanzan hacia un final determinado sin dilación, sin grandes digresiones, sin excesivas rupturas de la línea temporal. No hay momento para que el lector tome aire, la obra es un mecha que prende hacia el explosivo que supone un final chejoviano. 


En definitiva, la lectura de La humillación se antoja muy recomendable. Además se trata de una obra breve que puede leerse de una sentada. El regusto de la historia es amargo y equiparable al de las otras novelas cortas mencionadas anteriormente o como otras muchas de las obras de Roth, como por ejemplo las que componen su trilogía americana, pero la recompensa merece la pena. Para muchos no es fácil leer sobre el fracaso, la fatalidad y el dolor, pero no hay nada más cercano que una obra de Roth para sumergirse en un realismo necesario. ¿Qué sería de Newark sin las obras de Roth? ¿Qué son los premios frente a una gran novela?  ¿Acaso es necesario escoger un momento adecuado para leer un libro? ¿Se pueden escoger los momentos en tu propia vida? Para los amantes de la literatura norteamericana de grandes historias, personajes acorralados y grandes extensiones, recomendaría esta breve joya, con toda seguridad una de las últimas que nos deja este monstruo de la literatura.


“Pero la gente solo te decepcionará si trata de convencerte de que no hagas lo que deseas hacer desde que te despiertas por la mañana y te hace saltar por encima de la monótona  homogeneidad de todo el mundo.”

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