Martin Amis es
un autor reputado y sus obras suelen tener buena acogida entre crítica y
público. Hace años leí El libro de Rachel,
su primer libro, que escribió cuando solo era un veinteañero. Me pareció una
novela interesante que reflejaba a la perfección las inquietudes, mayormente
amorosas, de un joven algo disperso. Tiempo después cayó en mis manos Perro Callejero que me resultó
decepcionante e incluso algo efectista. La
zona de interés viene a confirmar que Amis sabe desarrollar historias e
incomodar a lector y me ha permitido dejar atrás el regusto amargo de Perro Callejero. La obra presenta la
relación entre tres personajes en un triángulo amoroso con un planteamiento que
no parece novedoso sino fuera porque el marco de la historia es un campo de
exterminio nazi. Dicho esto, la novela cobra un matiz peculiar porque un
contexto tal influye inevitablemente no solo en los personajes sino en la
impresión del lector. Si alguien se ha hecho eco de la polémica despertada por
este libro entenderá que solo rozar un tema tan delicado levanta ampollas en
ciertos sectores aunque he de decir que no he encontrado rastro de posible
ofensa en esta novela.
Anna y Paul componen
el matrimonio Doll, cuya peculiaridad es que él, además de ser un borracho
mediocre, ejerce de comandante de un campo de exterminio nazi. La persona que
interfiere entre ambos es Angelus Thomsen, un oficial de las SS que trabaja en
el campo y que además es sobrino de Martin Bormann, mano derecha de Hitler —ahí
es nada—. Anna languidece en un enfermizo matrimonio y Angelus intenta acercarse,
pero las dificultades hacen cada vez más difícil siquiera hablar con ella. En el
escenario en el que se desarrolla la trama la crueldad ha alcanzado su máxima
expresión: trenes cargados de gente hacinada, hornos en funcionamiento y ese
hedor insoportable a muerte que impregna el aire a kilómetros a la redonda. Un
marco contradictorio para hacer aflorar la atracción y el deseo. Mientras se
suceden la muerte y las intrigas, y la guerra adopta un cariz complicado con la
derrota en Stalingrado, los personajes se sumergen en fiestas, alcohol y
banalidad mientras atienden con empeño sus tareas al servicio de la
aniquilación.
Martin Amis
toma una historia de relaciones humanas convencional para situarla en un marco
enfermizo. Desmenuza la historia en tres puntos de vista contados en primera
persona. Dos de ellos son Paul y Angelus y un tercero es un judío sonderkommando encargado de los
cadáveres cuyo testimonio aparece poco, pero cuya presencia es importante en la
historia. Los tres puntos de vista se intercalan en fragmentos breves que avanzan
con unos saltos temporales que permiten un desarrollo sin pausa en un devenir
paralelo a la caída de Alemania. Los detalles de la vida en el campo surgen de
una documentación exhaustiva como explica Amis en el epílogo y aunque no
menciona el nombre en ningún momento recuerda al complejo de Auschwitz. La
barbarie se cuenta casi siempre desde el punto de vista del Doll o Thomsen, es
decir, desde el verdugo. El empleo de frases en alemán parece un artificio
encaminado a desorientar al lector pero en mi opinión resulta excesivo. Tampoco
es baladí el hecho de que Angelus Thomsen sea el sobrino de Martin Bormann. El
conocido nazi aparece en un diálogo que muestra a un individuo únicamente
preocupado por el sexo opuesto. Porque algo peculiar de esta novela es que
presenta a todos aquellos nazis desalmados como gente vacía que se ha creído en
mayor o menor medida el nacionalsocialismo pero que aplican a su trabajo la
mecánica alemana tan eficiente. La novela está bien planteada y se lee fácil.
Los testimonios en primera persona no implican grandes quebraderos de cabeza y
la forma de escribir es comprensible y directa, sin divagaciones. En busca de
algo que chirríe creo que el personaje de Angelus Thomsen evoluciona de forma
sorprendente en la novela. Invito al lector a que evalúe los actos de este
personaje a lo largo de la narración porque sorprende que ese oficial de las SS
narcisista y altivo que aparece en las primeras páginas del libro se enternezca
a lo largo de la narración sin causa justificada, más allá del amor o de cierto
arrepentimiento inopinado. A pesar de este punto, en conjunto, la obra es compacta
y está bien estructurada. Deseo y brutalidad que no han estado exentas de
polémica.
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