Una ucronía se define según la RAE como
“una reconstrucción lógica aplicada a la historia dando por supuestos
acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder”. Esto viene a
decir que presenta un desarrollo de los acontecimientos a partir de un momento
histórico concreto distinto al realmente vivido, o lo que es lo mismo, mundos
ficticios que podían haber sucedido. Si explico esto es porque El sindicato de policía yiddish presenta
una ucronía muy relevante para la
historia que cuenta. Chabon desarrolla la novela en una porción de tierra de
Alaska donde se levanta la ciudad de Sitka, un lugar en el que tras la Segunda
Guerra Mundial el gobierno estadounidense ha dado cobijo temporalmente a los
judíos exiliados de la guerra. El estado de Israel no se llegó a formar tras el
conflicto con los árabes y este alejado y agreste lugar representa el
asentamiento de un par de millones de judíos sin ubicación. En el presente de
la historia se aproxima la fecha de la revocación por la cual este terreno
volverá a pasar a manos del gobierno de
Estados Unidos abriendo un incierto futuro a sus pobladores, que deberán
marcharse.
En este contexto un hombre aparece muerto con un tiro en la nuca en la habitación de un hotel de Sitka. El detective Landsman se encargará del caso en un momento en el que su vida parece rondar las inmediaciones de un sumidero. Aparte de sus problemas con el alcohol y la imposibilidad de lidiar con algún fantasma del pasado que acabó con su matrimonio, precisamente su ex mujer acaba de hacerse cargo del departamento de homicidios en el que trabaja. En solo dos meses, con la llegada de la revocación, perderá su empleo y Sitka dejará de ser un refugio para judíos. Junto a compañero Berko Shemets comenzará a duras penas una investigación que le conducirá a un intrincado laberinto. Si a un detective con problemas, muchos de ellos relacionados con el alcohol, le sumas una asesinato, el resultado es un planteamiento de novela negra.
En este contexto un hombre aparece muerto con un tiro en la nuca en la habitación de un hotel de Sitka. El detective Landsman se encargará del caso en un momento en el que su vida parece rondar las inmediaciones de un sumidero. Aparte de sus problemas con el alcohol y la imposibilidad de lidiar con algún fantasma del pasado que acabó con su matrimonio, precisamente su ex mujer acaba de hacerse cargo del departamento de homicidios en el que trabaja. En solo dos meses, con la llegada de la revocación, perderá su empleo y Sitka dejará de ser un refugio para judíos. Junto a compañero Berko Shemets comenzará a duras penas una investigación que le conducirá a un intrincado laberinto. Si a un detective con problemas, muchos de ellos relacionados con el alcohol, le sumas una asesinato, el resultado es un planteamiento de novela negra.
El
sindicato de policía yiddish
me ha supuesto un sentimiento contradictorio. Por una parte resulta un
artefacto original, una ucronía que funciona, una novela de judíos que resulta
coherente teniendo en cuenta el espíritu y la historia del judaísmo con el
exilio perpetuo que les conduce a un rincón inhóspito del mundo y la cerrazón y
religiosidad mal entendida. La ciudad de Sitka está perfectamente recreada y el
personaje de Landsman carbura. Cuando golpean al detective el lector siente el
impacto en sus costillas. Dicho esto, también hay que apuntar algunas cosas. La
muy celebrada manera de escribir de
Chabon —por parte de la crítica— resulta en ocasiones algo pesada. Su empeño
por describir cada escena con metáforas y comparaciones ingeniosas a veces
resulta genial, pero en otras desconcierta y hasta empalaga. Esta claro que
este hecho depende de la atención y gusto del lector. Además hay algo que
chirría con los personajes secundarios. Landsman corresponde al arquetipo de
detective borracho, problemático y errático en su vida profesional y personal.
Hay que reconocer que como personaje principal abarca espacio en el texto y
está bien definido. Sin embargo, el resto de personajes resultan algo monótonos
y cortados bajo el mismo patrón que el protagonista. Parece que el autor no se
desprende de Landsman y cuando pone voz a otro personaje se olvida de dejar al
omnipresente detective en el armario. En cuanto a la trama hay un grado de
enrevesamiento importante y un curso de los acontecimientos singular. Un
asesinato cualquiera se convierte en una conspiración con tintes bíblicos que a
más de alguno hará levantar una ceja. Todo lo que rodea al personaje de Mendel
Shpilman no deja de estar próximo a un aura mágica que aunque casa bien con el
judaísmo de la historia no deja de ser sorprendente. Precisamente hay que
señalar que en la obra hay mucho vocabulario yiddish —un glosario al final
aclara los significados— y muchas referencias a ritos judíos. También el ajedrez
tiene un lugar importante.
Chabon configura una novela negra en una ucronía en la que el
judaísmo impregna cada hoja con un devenir de los acontecimientos curioso que
se dispara sobre todo en la segunda mitad de la historia. Una obra recomendable
si llama la atención el argumento y el marco de la novela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario